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Nada nuevo bajo ¿el sol?

Buenos días!

Ya tenemos muy próxima la fecha de Astromad!!



Por desgracia no estoy entrenando todo lo que debería.....entre la meteorología y los exámenes.....estoy haciendo lo justo!

Tal y como vimos en la anterior entrada,había apostado por las series y en ello estamos....eso sí,duro....muy duro....

No tengo mucho que contar hoy ya que casi no tengo tiempo para escribir estas líneas,así que voy a tirar de bibliografía y os voy a dejar un artículo que describe perfectamente las sensaciones y sentimientos que te empujan a dejar de hacer deporte "normal" y lanzarte a buscar nuevos retos,espero que os guste!

La voz de Ferrol:

Las carreras más salvajes de Galicia cubren su cupo de participantes, cada mes nace una prueba nueva y en cada rincón un atleta prepara el IronMan. Cuando correr ya no llena, llegan los retos extenuantes. Detrás de cada atleta hay una historia diferente. Verónica Montes lleva federada en algún deporte desde los 8 años. «Si hicieras uno solo, arrasarías», solían repetirle. Así que desde hace un tiempo practica raids de aventura por equipos, que agrupan de todo: «Lo más importante es la orientación, e incluye BTT, trekking o trail, kayak de río o de mar, cuerdas (escalada, tirolina, rápel), patines, ráfting...». Acaba de ser subcampeona de España en Xermade, en una prueba de 23 horas que se decidió por solo dos segundos. El Europeo es aún más largo. Le llevó tres días y seis horas y solo durmió 150 minutos.
Raids de aventura, tan completos y adictivos como extenuantes. «La primera vez tuve 80 kilómetros. Fue durísimo y al día siguiente no podía ni moverme. En todas las carreras en un momento piensas "esta va a ser la última" o "¿qué hago aquí?" Porque llega un momento en el que sufres», reconoce Verónica, de 30 años. Su próximo objetivo, ir al Mundial, un evento de nueve días.
Tampoco para Javichín Pérez Bouza, multideportista pontés de 40 años, inquieto, dueño de un negocio de tatuajes y la tienda Trinity, impulsor de un club... Y duerme ocho horas. Quizá de noche sueña el siguiente reto, ahora la Genco Mongolia Bike Challenge y el Everest Trail Race, citas de varios días.
Quinto en el Campeonato de España de IronMan para atletas de 35 a 40 años, busca el ambiente de las pruebas, huye del asfalto y evita el frío. Su horario parece un Tetris: de 6 a 9 horas, entrena; de 10 a 13, trabaja; de 13 a 15, entrena; de 16 a 20, trabaja; y de 20 a 22 entrena. «No tengo mujer, novia o hijos, ni los quiero. O no podría llevar esta vida», explica sobre unas rutinas frecuentes entre atletas de ultrafondo. Quien compite ocho horas puede entrenar seis al día, una jornada laboral. Muchos deportistas van picando de una prueba a otra, hasta descubrir la suya. Javichín -por resumir- fue campeón de España júnior de piragüismo, fundó un club de waterpolo, jugó un día como internacional de rugbi, practicó esquí y, por supuesto, domina los tres segmentos del triatlón: carrera, ciclismo y natación.
«Entre las pruebas más singulares que hice están el maratón del Sáhara, que incluye una semana de convivencia con los refugiados y la mitad de la inscripción se destina a cooperación; la carrera de esquí de montaña en Pajares, de unos 27 kilómetros y unos 6 de desnivel acumulado; el maratón de Groenlandia sobre hielo; la travesía de Picos de Europa de 78 kilómetros y 16 de desnivel....», resume Pérez Bouza. Varios desafíos le exigieron más de 10 horas.
Al tiempo que defiende los retos, critica la falta de control en algunas carreras, la ausencia de filtros para admitir participantes en pruebas de exigencia extrema. «Hay gente que empieza y ya piensa en un IronMan, y luego vienen los problemas. Es un peligro. Debes conocer tus límites poco a poco», matiza Javichín.
Pero hay auténticos adictos al sufrimiento. Ahí radica el magnetismo de los grandes retos. «A mí me gustan las carreras largas de montaña, en las que te encuentras tú solo durante muchos kilómetros. Lo pasas mal. Hay gente que llega a ese momento, no es capaz de aguantarlo y abandona. A mí me gusta ese punto cuando sufres», dice. El disfrute de la soledad le fue apartando de los maratones. «Cuando hice el de Madrid en el 2007 había unas 11.000 personas, y ahora se reúnen unas 30.000. Para mí está ya muy masificado, no me gusta ese ambiente», explica Pérez Bouza, enamorado de las diferentes modalidades de los 101 Peregrinos, la cita del Bierzo donde los vecinos salen a la calle con un avituallamiento singular: «Te puedes encontrar callos, jabalí con patatas, empanada, caldo, sopa, cabrito, pulpo, rebujito, café, vino, chupitos...».



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